Tomar siestas con frecuencia o hacerlo de manera regular durante largos periodos del día podría ser un signo de demencia temprana en los adultos mayores, según revela un nuevo estudio.
Los adultos mayores que dormían la siesta al menos una vez al día o más de una hora al día tenían un 40% más de probabilidades de desarrollar alzhéimer que los que no dormían la siesta a diario o lo hacían menos de una hora al día, según el estudio publicado este jueves en la revista académica Alzheimer’s and Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association.
“Descubrimos que la asociación entre el exceso de siesta diurna y la demencia se mantenía después de ajustar la cantidad y la calidad del sueño nocturno”, dijo una de las coautoras del estudio, la Dra. Yue Leng, profesora asistente de Psiquiatría de la Universidad de California en San Francisco en un comunicado.
Los resultados concuerdan con las conclusiones de un estudio anterior realizado por Leng, que descubrió que dormir la siesta dos horas al día aumentaba el riesgo de deterioro cognitivo en comparación con dormir siestas de menos de 30 minutos al día.
El nuevo estudio utilizó datos recopilados durante 14 años por el proyecto Rush Memory and Aging Project, que siguió a más de 1.400 personas de entre 74 y 88 años (con una edad media de 81 años).
“Creo que el público no es consciente de que el alzhéimer es una enfermedad cerebral que a menudo provoca cambios en el estado de ánimo y en el comportamiento del sueño”, dijo el Dr. Richard Isaacson, director de la Clínica de Prevención del Alzhéimer en el Centro de Salud Cerebral de la Facultad de Medicina Schmidt de la Universidad Atlántica de Florida.
“Las siestas excesivas pueden ser uno de los muchos indicios de que una persona podría estar en camino a un deterioro cognitivo, y podría requerir una evaluación en persona con un médico”, dijo Isaacson, que no participó en el estudio.
La calidad y la cantidad del sueño disminuyen con la edad, a menudo debido al dolor o a las complicaciones derivadas de las enfermedades crónicas, como la necesidad de ir al baño con más frecuencia. Por ello, las personas mayores tienden a tomar siestas con mayor frecuencia que cuando eran más jóvenes.
Pero las siestas diurnas también pueden ser una señal de cambios cerebrales que son “independientes del sueño nocturno”, dijo Leng. Leng se refirió a investigaciones anteriores que sugieren que el desarrollo de ovillos tau, un signo distintivo del alzhéimer, puede estar afectando a las neuronas que promueven la vigilia en áreas clave del cerebro, interrumpiendo así el sueño.
Durante 14 días al año, los participantes en el estudio actual llevaban un rastreador que capturaba los datos de sus movimientos. La ausencia de movimiento durante un periodo prolongado entre las 9 de la mañana y las 7 de la tarde se interpretaba como una siesta.
Aunque es posible que las personas hayan estado leyendo o viendo la televisión, “hemos desarrollado un algoritmo único para definir las siestas y diferenciarlas de la ausencia de actividad. No definimos una duración específica para la ‘siesta prolongada’, sino que nos centramos más en los minutos de siesta acumulados por día y en el cambio en la duración de las siestas a lo largo de los años”, dijo Leng a CNN por correo electrónico.
“Esto justifica la necesidad de más estudios con dispositivos capaces de diferenciar entre el sueño y el comportamiento sedentario”, dijo Isaacson. “Pero al mismo tiempo, ser sedentario y no moverse durante largos períodos es un factor de riesgo conocido para el deterioro cognitivo y el alzhéimer”.
“Independientemente del motivo, quedarse dormido durante el día o tomar una siesta excesiva hace que centre mi atención en si la persona puede tener un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzhéimer o deterioro cognitivo”, dijo.
A lo largo de los 14 años, el estudio descubrió que las siestas diurnas diarias aumentaban una media de 11 minutos al año en los adultos que no desarrollaban deterioro cognitivo. Sin embargo, el diagnóstico de deterioro cognitivo leve duplicó el tiempo de siesta hasta un total de 24 minutos al día. Las personas a las que se les diagnosticó alzhéimer casi triplicaron su tiempo de siesta, hasta una media de 68 minutos al día.
El “aumento drástico” de la duración y la frecuencia de las siestas a lo largo de los años parece ser una señal especialmente importante, dijo Leng.
“No creo que tengamos suficientes pruebas para sacar conclusiones sobre una relación causal, que sea la siesta en sí misma la causante del envejecimiento cognitivo, pero la siesta diurna excesiva podría ser una señal de envejecimiento acelerado o del proceso de envejecimiento cognitivo”, dijo.
Preferiblemente, los adultos deberían limitar las siestas diurnas a entre 15 y 20 minutos antes de las 3 de la tarde para obtener los mayores beneficios de la siesta y no perjudicar el sueño nocturno, dijo Leng.
Además, los adultos mayores y los cuidadores de personas con la enfermedad de Alzhéimer deben prestar más atención a los comportamientos de siesta diurna y estar atentos a los signos de un número excesivo o creciente de siestas, dijo.
Cualquier aumento significativo de la siesta debe ser discutido con un médico, dijo Isaacson.
“Creo que nunca es demasiado tarde para que alguien pueda hacer un cambio de estilo de vida saludable para el cerebro o prestar más atención a su salud cerebral”, dijo Isaacson. “Hacer del sueño una prioridad, prestar atención a la calidad del sueño y hablar con el médico sobre el sueño: todas estas cosas son fundamentales”.
Fuente: cnnespanol.cnn.com