El informe, que por primera vez desglosa las cifras por sexo, concluye que las mujeres viven más que los hombres, especialmente en los países ricos. Esta brecha entre la esperanza de vida de hombres y mujeres se recorta cuando las mujeres no tienen la capacidad de acceder a los servicios sanitarios.
En los países de bajos ingresos, donde estas prestaciones son más escasas, 1 de cada 41 mujeres muere por causas relacionadas con la maternidad, en comparación con 1 de cada 3.300 en los países de altos ingresos. En más del 90% de los países de bajos ingresos, hay menos de 4 enfermeras y matronas por cada 1.000 personas.
Según la OMS, sin embargo, cuando los hombres y las mujeres se enfrentan a la misma enfermedad, los hombres utilizan menos los recursos sanitarios a su alcance. En países con epidemias generalizadas de VIH, por ejemplo, los hombres tienen menos probabilidades que las mujeres de hacerse la prueba, de tomar la terapia antirretroviral y de morir de enfermedades relacionadas con el sida que las mujeres. Del mismo modo, los pacientes varones con tuberculosis acuden menos a su médico que las mujeres.
De las 40 causas principales de muerte recogidas en el estudio, 33 afectan más a la esperanza de vida de los hombres que de las mujeres. En 2016, la probabilidad de que una persona de 30 años muriera a causa de una enfermedad no transmisible antes de los 70 años de edad era un 44 por ciento mayor en los hombres que en las mujeres.
Las tasas globales de mortalidad por suicidio fueron un 75 por ciento más altas en hombres que en mujeres en 2016. Las muertes por lesiones en carretera son más del doble en los hombres que en las mujeres a partir de los 15 años, y los homicidios de hombres cuadruplican a los de las mujeres, estima la Organización Mundial de la Salud.
Por otra parte, entre 2000 y 2016, la esperanza de vida al nacer aumentó en 5,5 años, de 66,5 a 72,0 años. La esperanza de vida sana al nacer (la expectativa de años de vida con buena salud) aumentó de 58,5 años en 2000 a 63,3 en 2016.
Los datos de la OMS, publicados con motivo del Día Mundial de la Salud, que se celebra cada 7 de abril, indican que la esperanza de vida sigue estando “fuertemente afectada” por los ingresos. En los países de bajos ingresos, la esperanza de vida es 18,1 años inferior a la de los países ricos. Uno de cada 14 niños nacidos en un país de bajos ingresos morirá antes de cumplir cinco años.
“Uno de los objetivos de la OMS es que 1.000 millones de personas más tengan una cobertura sanitaria universal para 2023. Esto significa mejorar el acceso a los servicios y asegurar que sean accesibles, asequibles y eficaces para todos, independientemente de su género. Desglosar los datos por edad, sexo y grupo de ingresos es vital para comprender quién se está quedando atrás y por qué”, comenta el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
FUENTE: https://www.20minutos.es