Imagínate que toda la energía de ocho soles es liberada de inmediato.
Así fue la onda gravitacional que surgió tras la fusión de dos agujeros negros, la más potente jamás observada.
La señal dejada por este evento viajó unos 7.000 millones de años para llegar a la Tierra, pero todavía fue lo suficientemente potente como para hacer que detectores láser en EE.UU. e Italia la sintieran en mayo del año pasado.
Según investigadores, la colisión de estos agujeros negros produjo una entidad con una masa 142 veces mayor que la de nuestro Sol.
Su magnitud es considerable. La ciencia ha rastreado durante mucho tiempo la presencia de agujeros negros en el cielo que han sido un poco más pequeños o incluso más grandes. Pero este nuevo hallazgo estrena una nueva clase de agujeros negros de tamaño intermedio que están en el rango de entre 100 y 1.000 masas solares.
Los interferómetros láser de LIGO y Virgo “escuchan” las vibraciones del espacio-tiempo que son generadas por eventos cósmicos verdaderamente cataclismos y el 21 de mayo de 2019 se activaron por una señal aguda que duró solo una décima de segundo.
Los algoritmos informáticos determinaron que la fuente de la señal fueron los momentos finales de dos agujeros negros que estaban en espiral, uno con una masa 66 veces mayor que la del Sol y el otro 85 más grande.
La distancia de esta fusión fue estimada en el equivalente a 150.000 millones de billones de kilómetros.
“Es increíble, de verdad”, dijo el profesor Nelson Christensen, del Observatorio de Côte d’Azur, en Francia.
“Esta señal se propagó durante siete mil millones de años. Así que este evento ocurrió justo a mitad de la creación del Universo, y es ahora que movió mecánicamente nuestros detectores aquí en la Tierra”.
Fuente: bbc.com