Es el más frecuente de todos los cánceres que pueden afectar a una persona y la causa principales la exposición excesiva al sol. Es de fácil detección para el dermatólogo y un tratamiento precoz permite la curación de prácticamente todos los casos.
Es el órgano más grande del cuerpo y comprende aproximadamente el 5% de su peso total. Tiene una superficie de dos metros cuadrados, en un individuo adulto de estatura y peso medio. Actúa como escudo protector contra el calor, la luz, las lesiones e infecciones, además de regular la temperatura corporal y establecer relaciones sensoriales con el medio externo. Almacena agua y grasa, previene la entrada de bacterias y evita la pérdida de líquido en el organismo.
La piel está compuesta por tres capas:
Epidermis: es la más superficial. Su función es proteger y regular la hidratación. En ella se encuentran los melanocitos, células encargadas de fabricar la melanina, pigmento responsable de filtrar los rayos ultravioleta y de dar el color a la piel.
Dermis: es el tejido conectivo o de sostén que está bajo la epidermis. Está encargada de hidratar y lubricar este órgano, a través de las glándulas sudoríparas y sebáceas. Además, participa en la regulación de la temperatura corporal.
Hipodermis: es la capa más profunda de la piel, compuesta por vasos sanguíneos, células de colágeno y grasa. Ayuda a conservar el calor corporal, además de proteger al cuerpo de las lesiones.
Es el cáncer de piel más frecuente. Se desarrolla a partir de las células que se ubican en la base de la epidermis.
Se da principalmente en adultos mayores, en las áreas de la piel más expuestas al sol, como cara, cuero cabelludo, orejas, cuello y espalda. Es de lento crecimiento y pueden presentarse de variadas formas, como, por ejemplo, nódulos color piel que crecen lentamente o que se ulceran y no cicatrizan.
Es la segunda causa más frecuente de cáncer de piel y compromete las capas más superficiales de esta. Permanece con frecuencia confinado a la epidermis, pero si no es tratado a tiempo, puede penetrar a zonas más profundas e, incluso, ramificarse (metástasis)a tejidos y órganos lejanos. En etapas iniciales, puede presentarse como placas rojizas ásperas al tacto, las que persisten en el tiempo, se hacen cada vez más rugosas y pueden llegar a formar grandes masas.
Es el cáncer de piel más peligroso por su desarrollo y las posibilidades de originar metástasis a distancia. Se desarrolla a partir de un crecimiento descontrolado de las células productoras de pigmento omelanocitos. Por lo tanto, la mayoría de los melanomas son de color negro o café oscuro. A veces, durante su crecimiento, pierden la capacidad de producir pigmento y las lesiones son de color piel, rojas o púrpuras. La enfermedad puede desarrollarse a partir de un lunar, pero también es posible que aparezca sin lesión previa y crezca rápidamente. Cuando se origina desde un lunar, este presenta cambios en su superficie o en su tamaño y puede causar dolor o prurito (picazón).
El melanoma puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero en el hombre ocurre con más frecuencia en la espalda, y en la mujer, en las piernas.
La principal causa es la exposición excesiva al sol. La radiación ultravioleta daña las células de modo permanente y acumulativo desde los primeros años de vida. Las quemaduras solares son especialmente riesgosas, ya que su efecto nocivo es mayor.
Otras causas menos frecuentes son la exposición repetida a rayos X, la presencia de cicatrices por quemaduras, la exposición laboral al carbón o al arsénico, y la inmunosupresión asociada a trasplantes.
Los rayos ultravioletas (UV) son un tipo de energía invisible emitida por el sol y que forman parte del espectro de luz. A la superficie de la tierra llegan dos tipos de radiaciones: los rayos UV-A (320 – 400 nanómetros) y los rayos UV-B (280 – 320 nm).
Los rayos UV-A penetran más profundo en la piel, hasta la dermis (segunda capa). Indirectamente, causan alteración del ADN, la que aumenta el riesgo de cáncer cutáneo y foto envejecimiento.
Los UVB actúan en la epidermis y poseen alta energía. Son los que producen el eritema solar o enrojecimiento. Participan en la quemadura solar y son los principales responsables, por una alteración directa del ADN celular, de la aparición de cáncer basocelular y espinocelular.
Tanto los rayos UVA como los UVB pueden causar supresión del sistema inmune, que es el que ayuda al organismo a protegerse de la formación y desarrollo del cáncer cutáneo.
Se recomienda que las personas se hagan regularmente un autoexamen de piel, para detectar lesiones sospechosas y que consulten al dermatólogo.
Para realizarlo, se necesita un espejo largo y otro de mano. En un lugar bien iluminado, se deben seguir las siguientes instrucciones:
No existe el bronceado saludable, este es siempre la respuesta de la piel al daño de la radiación ultravioleta.
La foto protección, la educación y el autocuidado son fundamentales para mejorar nuestra calidad de vida, y también para prevenir enfermedades, especialmente en los niños.
Los fotoprotectores tópicos se clasifican según su factor de protección solar (FPS) especificado con un número (3 a 100), que se refiere a la capacidad del producto para filtrar o bloquear el paso de los rayos solares.
El FPS se calcula comparando el tiempo necesario para causar una quemadura en la piel protegida con el fotoprotector, con el periodo requerido para producir esta misma reacción cutánea sin aplicar el producto (sin FPS). Por ejemplo, si una persona de piel muy sensible al sol, que normalmente se quema con exposiciones de 10 minutos, usa un producto FPS 15, ese tiempo se ve aumentado 15 veces, es decir, 150 minutos. El fotoprotector debe indicar que es de amplio espectro (protección UV-B y UV-A).
No. Los solárium emiten principalmente rayos UV-A y cantidades pequeñas de UVB. La exposición a estos rayos tiene riesgos tanto a corto como largo plazo y puede causar cataratas, quemaduras, cáncer cutáneo y envejecimiento. Si va a hacer uso de solárium, debe disponer de un carnet con número de sesiones e irradiación recibida.
El dermatólogo es el especialista encargado de la evaluación y seguimiento de las lesiones pigmentadas de la piel, ante sospecha clínica de melanoma, debe realizarse la extirpación y biopsia de piel (Gold standard para el diagnóstico de cáncer). La dermatoscopia digital también es de gran ayuda para el seguimiento de lesiones melanocíticas sospechosas y se realiza, con orden médica en el Laboratorio de Dermatología piso 12.
La protección física es la primera medida preventiva:
Los fotoprotectores o filtros solares deben utilizarse como complemento de las medidas físicas: